martes, 30 de diciembre de 2014

Juana de Arco, brujas, y otras mujeres en la historia.

Cando escribí El Heraldo del Caos, inicialmente pensé en una protagonista femenina. Luego, opté a que el protagonista fuera Telecus, y no Inés, porque consideré que el relato adquiría más dramatismo.


Sin embargo, enseguida se aprecia que Inés se parece mucho a cierto personaje histórico de Francia. Inés Luz hace en esta novela, por obra y gracia de la tecnología médica de la Neo Alianza, el camino opuesto que en su día recorrió Juana de Arco. Primero, santa, luego, quemada por ser bruja, y finalmente, resucitada con una piel sintética e ignífuga, para poder derrotar a los enemigos de su particular reino.


Pero no sería justo decir que Inés se parece solamente a Juana de Arco. Inés se parece a miles de millones de mujeres anónimas, que dedicaron su vida a mejorar a las de los demás, y que luego, fueron marginadas o condenadas, simplemente, por ser mujeres independientes, recurriendo al subterfugio de la brujería.
Y es que Inés Luz es un homenaje a todas esas mujeres que en su día fueron denunciadas, perseguidas, torturadas, quemadas, ahogadas... Mujeres portadoras de una sabiduría ancestral que fue apartada a un lado por ir en contra (¿de verdad?) de las nuevas religiones e ideologías que se estaban imponiendo. Representantes de sistemas matriacales cuyas vidas fueron segadas en nombre de un dios patriacal. Relegadas al olvido por hombres que tenían miedo de las mujeres.
Gracias a Inés, podré acercar a las nuevas generaciones a esta realidad histórica.

lunes, 29 de diciembre de 2014

De adolescentes y de robots gigantes.

De adolescentes y e robots gigantes, o lo que es lo mismo, del género del mecha, que es así cómo se llama a esta corriente del manga japonés de ciencia ficción.
Y es que uno de los motivos por el que Telecus Moscagua se convierte en el Heraldo del Caos, es porque puede pilotar un Maverik, un robot tripulado que solamente pueden pilotar los seres humanos puros, es decir, que no tienen a seres mejorados genéticamente, o cruces endogámicos, en su árbol genealógico.


Sí, en mi obra suelo mezclar muchos géneros (escribir sobre ciencia ficción, me permite hacerlo), pero lo hago con la intención de que guste a todo el mundo. Y si mezclo amor adolescente, con civilizaciones medievales, batallas espaciales, robots tripulados, robots domésticos, armas de alta tecnología, mundos exóticos, triángulos cargados de tensión sexual no resuelta, contactos con otras culturas, e incluso, de gastronomía de buffet libre, lo hago para enriquecer la historia, y en definitiva, para sumergir al lector en un universo nuevo.
Pero esta estrategia no la inventé yo. Al igual que los mechas, lo saqué del manga japones (el impreso, digo), en donde se mezclan varios géneros en una misma historia.
Por ejemplo, en Akira (de Katsuhiro Otomo) se mezclan las carreras de motos ilegales con conspiraciones gubernamentales para contener un gran poder místico. Y además, también hay un romance, amigos que se convierten en enemigos, traiciones, personajes que se cambian de bando según las circunstancias, y destrucción de proporciones apocalípticas.
Y así son las historias que yo quiero escribir, porque pienso que en la variedad, está el gusto. Y El Heraldo del Caos no es ninguna excepción.

domingo, 28 de diciembre de 2014

B-flat Fiv, de Millions of Stars

En una anterior entrada, expliqué que el poco afortunado nombre del astro central del sistema estelar en donde se encuentra el sistema planetario de Zeus, es B-flat Fiv


También expliqué que este nombre es una corrupción del nombre de una de las estrellas mencionadas en este tema de Jean Michel Jarre. Que lo disfruten.


Ah, y espero que se animen a leer El Heraldo del Caos.

sábado, 27 de diciembre de 2014

La cuestión de los nombres.

Es la tarea que más aborrece cualquier escritor; bautizar a los personajes de sus obras.
Es la parte más tediosa del proceso creativo.¡¿Cómo demonios llamo a los personajes?! Es un trabajo que, sin embargo, una vez hecho, ayuda a que la historia siga adelante.
Para empezar, está el nombre de la propia novela, porque, hasta que llegué a la mitad de la escritura, ni siquiera yo sabía cómo titularla. Surgió de manera espontánea, porque los enemigos del protagonista comenzaron a llamarlo el Heraldo del Caos, por su facultad innata de sembrar el orden y la entropía en el campo de batalla. Una vez que apareció este alias, el titulo de la novela quedó claro; El Heraldo del Caos.


Pero lo primero es lo primero. ¿Cómo llamar al protagonista? Es joven, y se ve embarcado en su propia odisea. Así que lo llamé Telecus, que es una perversión de Telémaco, el hijo de Ulises y protagonista de la Odisea de Homero. Y luego estaba el apellido, y aquí, quise recalcar sus orígenes humildes y la influencia de Tolkien en mi obra. Lo apellidé Moscagua, en honor a ese infecto pantano situado entre el pueblo de Bree y la Cima de los Vientos.


Con la chica, tuve menos problemas. Es el amor no correspondido de Telecus, así que le puse el nombre de uno de mis (amores) no correspondidos. Por este motivo le puse Inés, y luego añadí el apellido Luz, que es una referencia a Lucifer y al carácter brujeril que presenta este personaje al principio.


La cosa se complicó con los nombres de los lugares y de los demás personajes, vecinos y compatriotas de Inés y Telecus. Inés vivía en un bosque que llamé El Fragal, y Telecus, en un pueblo llamado El Arboral (es una expresión de mi conciencia bilingüista gallega). Además, su patria era el arzobispado de El Castillal, cuya capital, como su nombre indica, es una ciudad compuesta por centenares de castillos.


Y llegó el momento del cambio de registro. Después del primer gran giro, aparecen nuevos personajes. Tenemos a Dana Starwak, un nombre vagamente inspirado en Luke Skywalker (al igual que el apellido Skyller). Para recordar a la gata humana, le puse Walda Katt. Abela Chip, es la inteligente, y la sexy, es Zorta Tan. Y finalmente, Gork Doom, el minero metido a soldado, y el sargento Lor Wak, cuyo nombre no es más que dos sílabas sencillas y duras, al igual que él.
Además, también aparece una ciborg llamada Kimera, que viene de Quimera, el ser de la mitología griega.


Con el padre de Inés, lo llamé Stalon, en honor a Silvestre Stalone, y tiene otro hijo (otro de tantos), que se llama Arnold Skyller, en honor a Arnold Schwa... Swargge... Shawrgg... ¡El de Terminator!


Y con la Titanus IV, además de querer denotar su grandiosidad, quise hacerle un homenaje a la Tantive IV, la primera nave que aparece en Star Wars. Pando-9, el robot con forma de peluche de Telecus, ha salido de uno de los personajillos de Animal Crossing. Gina-6, el robot de Inés, tiene este nombre para resaltar su carácter femenino. Y el mecha que pilota Telecus, se llama Maverik en honor de Maverick, el mote que tenía el personaje de Tom Cruise en Top Gun.


Otro martirio más, los nombres de los mundos del sistema planetario Zeus. Para impregnar a la historia de misticismo, recurrí a las denominaciones divinas de antiguas mitologías, empezando por Zeus, el planeta central. Por ejemplo, para los satélites de la Neo Alianza, los bauticé con los nombres de Artemis, Afrol, y Atenor, que vienen de Artemisa, Afrodita y Atenea. Así, me quedó claro cómo iban a ser las sociedades de cada uno de estos mundos. Asimismo, a los satélites de la Antigua Alianza les llamé Arol, Apolol y Hadol, que son referencias a Ares, Apolo y Hades. Pero en donde no fui tan fino, fue en bautizar la estrella central del sistema estelar en que se encuentra este sistema planetario. La llamé B-flat Fiv, en honor a B Flat 5, que se menciona en "Millions of Stars", una canción del gran Jean Michel Jarre.


Y finalmente, tenemos a los enemigos. Los de Hadol, que viven en armonía con su ambiente natural modificado con ingeniería genética, tienen rasgos orientales, y este carácter se refleja en sus nombres. De hecho, al jinete y a su correspondiente montura artrópoda se les llaman, respetivamente, Ying y Yang, una referencia al Jin-jang coreano. Los de Apolol, suelen tener nombres anglosajones, y los de Arol, nombres soviéticos (si exceptuamos a Branistor, que es una corrupción de Brain Storm).
En cuando a Kayla, no hay un motivo específico para llamarla así, pero su apellido, estaba cantado. Pero no diré nada más sobre ella, no vaya a ser que tire de la manta más de la cuenta.


jueves, 25 de diciembre de 2014

Los cuentos de hadas de toda la vida.

Uno de los recursos que se utiliza para captar la atención y el interés del lector, es utilizar elementos típicos de los cuentos de hadas tradicionales. La intención es conseguir una clara identificación del lector con la historia, porque si el relato empieza de una manera familiar, es decir, ya conocida por el lector, más tarde, el autor puede llevarle de viaje por una historia que sorprenda por sus giros y la aparición de una serie de sucesos insólitos, cada uno más sorprendente que el anterior.


Por esta razón, los primeros capítulos de El Heraldo del Caos están ambientados en una sociedad medieval, pues porque nadie ha vivido en una civilización interplanetaria de batallas espaciales, pero si ha tenido que sufrir lo que es vivir en una sociedad que te relega a trabajar en una tarea ingrata.
De aquí, que Telecus Moscagua resultó ser una especie de versión masculina de la Cenincienta, condenado a limpiar estiércol de por vida. Y asimismo, está Inés Luz, una brujita buena que vive en un bosque, apartada del pueblo. Y luego, el resto de los personajes de este pueblo; el hijo del cacique y su novia malcriada, el sheriff y el diácono, que guardan el orden y la sabiduría (oficial) del lugar...
Por no hablar de la familia del propio Telecus, con hermano mayor sobreprotector, un padre borracho, y un abuelo muy cariñoso y sabio, que pasa sus últimos años de vida postrado en una cama.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

¿Qué es una batalla épica?

En mi obra es habitual que los acontecimientos de los personajes deriven a una batalla épica. Pero para llegar hasta ella, el protagonista debe estar preparado, y saber distinguir quiénes son los amigos y los enemigos. Por lo tanto, para escribir sobre batallas épicas, lo primero que hay que hacer es definir los bandos, las tensiones políticas y territoriales, y las motivaciones de cada uno de sus personajes. Por esta razón,El Heraldo del Caos es la novela más larga que escribí hasta la fecha. Necesito cubrir centenares de hojas para que el lector tenga una idea bastante clara de la batalla que se va a producir.


Pero, ¿qué es una batalla épica? Porque en un principio, se podría pensar que no es más que el choque violento entre dos ejércitos gigantescos, en el que se producen miles de muertos...
Una batalla épica es mucho más. Para empezar, el bando del protagonista suele ser inferior en número que el del ejército del enemigo, que además, sueles ser más monstruoso. Ahora bien, cuando lo lógico sería retroceder y huir, el bando del protagonista se que queda a plantar cara al enemigo, aunque ello signifique una ser exterminados de una manera más prematura. Y además, esta batalla sirve a los personajes para demostrar lo valiosos que son, que siguen luchando a pesar de que vean que ya está todo perdido.
Y además, en el caso de El Heraldo del Caos, Telecus se enfrenta al desafío de hacer las paces con los viejos enemigos; otro motivo más por el que esta novela es tan larga.

sábado, 20 de diciembre de 2014

Todo héroe viaja con clase

Es una de las ilusiones de cualquier autor que se dedica a la ciencia ficción; que sus personajes tengan su propia nave espacial.
Así pues, tenemos el caso de el Halcón Milenario, la Enterprise, la Serenity, la Lexx, la TARDIS y de otras muchas de las que no puedo acordarme, porque es una lista más larga de lo que parece.
En el caso de El Heraldo del Caos, la nave en la que pasa la mayor parte de su tiempo nuestro héroe, es la Titanus IV. Se trata de una nave militar, una más de la flota de la Neo Alianza, tecnológicamente superior a cualquier nave de la Antigua Alianza. Al mando del capitán Stalon Skyller, su misión primaria es la de patrullar por el sistema planetario de Zeus, y así, mantener a raya las acciones hostiles del enemigo.


Tan grande como una ciudad, la Titanus IV dispone de seis hangares, cubiertas de entrenamiento, puente de mando, sala de máquinas, enfermería, duchas, camarotes, cantina, y kilómetros y kilómetros de corredores.

No lo dude más. Lea "El Heraldo del Caos" y la Titanus IV se convertirá en su segundo hogar.

viernes, 19 de diciembre de 2014

No hay aventura, sin enemigos.

En toda gran aventura, tiene que haber desafíos, adversidades, sucesos que prueben la valía de los héroes. Por lo tanto, tiene que haber enemigos.
En el caso de El Heraldo del Caos, los enemigos son los habitantes de la Antigua Alianza. Mientras que en la Neo Alianza todos tiene seres humanos modificados genéticamente en sus estirpes, en la Antigua Alianza, no se da esta circunstancia. Son seres humanos que viven en sociedades cerradas, y odian todo lo que venga de afuera. Especialmente, desconfían de la Neo Alianza, al considerar que todos son monstruos, y que el universo estaría mejor si todos murieran.


Tenemos a los piratas, que mayormente son niños y ancianos. Son refugiados de guerra que se ven condenados a vivir del saqueo y el pillaje. Son los primeros habitantes de la Antigua Alianza con los que se enfrenta Telecus Moscagua, y los que le revelan la verdad sobre la guerra. No se trata de una guerra de buenos contra malos; es una guerra de malos contra peores.
Por encima de los piratas, se encuentra el ejército de Apolol, un mundo dominado por un rey, y en donde la única manera de prosperar que tienen sus súbitos, es la de alistarse al ejército. Sus soldados no son muy peligrosos para la Neo Alianza, pero han rescatado una nueva arma de los viejos tiempos; un mecha, muy parecido al que pilota Telecus.
Y luego está la sociedad industrial de Arol, tan cerrada y endógama, que muchos de sus habitantes tienen que ser cibernetizados. Allí gobierna Branistor, una red cerebral, y lo más parecido al típico villano megalónomo que toda historia épica necesita. Él, y su ejército de soldados acorazados pondrán las cosas muy difíciles para nuestros héroes.
Y por último, pero no por ello menos importante, Hadol, en donde se llevó la ingeniería genética al extremo, creando así un mundo cerrado, y con una naturaleza en perfecto equilibrio con los humanos que allí viven. Apenas participan en la guerra, pero cuando lo hacen, sus bestias, una especie de insectos gigantes, provocan graves daños en las filas de la Neo Alianza. Y de Hadol también vienen los Asesinos, capaces de volverse invisible y de pelear tan bien como cualquier monstruo de la Neo Alianza.
Sin embargo, al ser un ser humano puro, Telecus comenzará a simpatizar con ellos, y desde entonces tratará de encontrar la manera de terminar con la guerra sin acabar con las dos alianzas.

sábado, 13 de diciembre de 2014

La importancia del clifthanger

Un clifthanger es un recurso narrativo que se utiliza desde los tiempos en que Charles Dickens escribía sus relatos en los periódicos, y básicamente, se trata de dejar al personaje al borde de la muerte o en un callejón sin salida. De ahí el nombre, que en español significa "enganchado al borde del precipicio".
La función de este recurso es más que clara, que es la de enganchar al lector y que tenga deseos de seguir leyendo. Normalmente, este recurso se utiliza en el final de los capítulos, y no es exclusivo de la literatura. En el ámbito del cómic, más concretamente, en Las Aventuras de Tintín, se usa este recurso al final de cada página impar, para que el lector tenga ansias de pasar a la siguiente página enseguida. También se usa profusamente en las series de televisión, como es el caso de Alías, que siempre sucedía algo realmente intenso al final del capítulo.


Pues ahora bien, ahora soy yo el que utiliza este recurso, dejando los clifthangers más potentes para los respectivos finales de la primera y segunda parte de El Heraldo del Caos. Y es que hoy en día, si publicas en internet, tienes que ofrecer material gratuito para los lectores en potencia, así que he ideado lo de separar mi última novela en tres partes y ofrecer la primera, de vez en cuando, gratis.
Así, el lector no tendrá tantas reticencias en afrontar una nueva ficción, se familiarizará con Telecus Moscagua (bien, por su trabajo familiar, o porque la chica que le gusta no le hace caso...), y cuando llegue al final, se encontrará a este pobre chaval atrapado en una estación espacial, mientras que su amada y sus amigos se marchan, a luchar en una batalla en la que es muy probable que vayan a morir (porque Telecus no estará ahí para impedirlo).
¿Conseguirá Telecus llegar a Osidor a tiempo para salvar a Inés? ¿Y por qué Pando-9 le llamó mi Heraldo del Caos?
Las respuestas a estas preguntas que se plantean al final de Amor y Pérdida las encontrará el lector en El Nacimiento de un Héroe.
Y si el lector ya está quemado por este tipo de recursos, siempre le queda la posibilidad de comprar la novela entera, El Heraldo del Caos, que le resultará ser más rentable que comprar las novela en tres partes (Amor y Perdida, El Nacimiento de un Héroe, e Hijos de la Guerra)

viernes, 12 de diciembre de 2014

Conociendo al padre de ella.

Es el primer punto de inflexión de El Heraldo del Caos después de lo de la hoguera, y también, el momento más terrorífico en la vida de que un quinceañero; conocer al padre de la chica que te gusta.
Telecus Moscagua tuvo que afrontar este suceso después de haber sufrido otras circunstancias extraordinarias. Para empezar, presenció impotente cómo su amada Inés ardía en la hoguera. Luego, fue el accidentado ayudante de los Intrépidos de Starwak en la operación de rescate de la malograda niña Después, despertó en una extraña sala blanca, en donde dos criaturas extrañas le mantenían dormido, a la vez que sanaban a una Inés Luz reducida a una tostada humana. A continuación volvió en si en un camarote, donde un robot con forma de peluche de oso panda, le guía hasta el puente de mando de una nave hecha de metal. Y finalmente, le reúne con el capitán Stalon Skyller que resulta ser el padre de Inés.


Y para colmo, Telecus descubre que no vivía en la Tierra, que él era tan extraterrestre como los seres que vinieron a rescatar a Inés. Demasiadas emociones juntas. Es lógico que Telecus se desmaye ante unas revelaciones tan increíbles, que su joven mente es incapaz de asimilar.
Y a partir de este punto, se inicia la trama de Stalon Skyller, el cuál, al advertir la existencia de Inés Luz, abandona sus deberes para rescatarla, lo que será el germen de una nueva batalla en la guerra de las dos alianzas.
Y es que en el pueblo de Skyller, se le da prioridad a la conservación de los genes en las nuevas generaciones, sin embargo, ninguno de los enemigos de la Neo Alianza conoce este dato cultural.
¿Habrá alguien a bordo de su nave colaborando con el enemigo?

sábado, 6 de diciembre de 2014

El pagafantas del espacio

Como ya habrá quedado claro en las anteriores entradas de este blog, o para los que ya hayan leído "El Heraldo del Caos" (o por lo menos, la primera parte), Telecus Moscagua es alguien que sufre un amor no correspondido por Inés Luz. En otras palabras, Telecus es un pagafantas, un chaval al que la fuerza de las circunstancias le obliga a contentarse con ser el mejor amigo de Inés. la cual, inmersa en sus preocupaciones, no advierte que Telecus está enamorado de ella.


La principal razón por la que Telecus es un pagafantas es muy evidente. Carezco de experiencia vital para escribir sobre amores apasionados, y sin embargo, me sobra para escribir sobre dramas de desamor. No obstante, creo que esta circunstancia le viene muy bien a la novela, sobre todo a la hora de venderla al público, porque hay más gente que ha sufrido más desengaños amorosos que dichas amatorias. Por lo tanto, se identificaran más con este pequeño héroe, cuya chica no se percata de sus verdaderos sentimientos.
Además, si Telecus fuera correspondido, simplemente, ya no habría historia que contar. Sería el típico relato de chico conoce a chica, chica y chico se enamoran, y lo que les pase después ya no interesa.
Así, Telecus crecerá como persona, siguiendo a Inés, y viviendo grandes aventuras, en donde él tiene que asegurarse de que ella no va sufrir daño alguno. Y aunque parece que llega un momento en que la historia de desamor de Telecus e Inés pasa a segundo plano, siempre está ahí, ayudando a Telecus a tomar decisiones difíciles; un amor no correspondido que puede convertir a un humilde e insignificante trabajador del estiércol en el héroe más grande de todo un sistema planetario.

viernes, 5 de diciembre de 2014

El placer de aprender.

Cuando Telecus Moscagua conoce a Inés Luz y se enamora de ella, Telecus descubre, por primera vez en su vida, los placeres que el amor proporciona, aunque se trate de un amor no correspondido, como es el caso.
Pero además, Telecus descubre otro placer más espiritual, y que le ayudará el resto de su vida; descubre el placer de aprender cosas nuevas.
Gracias a las clases de Inés, además de aprender a leer y escribir, Telecus experimenta una transformación espiritual e intelectual. Descubre que el mundo en el que vive es más grande y maravilloso de lo que jamás había soñado, y todo ello sin salir de su pueblo natal. Es, sin duda, el primer cambio que sufrirá Telecus en su camino hacia la madurez y la senda que le convertirá en un héroe legendario. Sin estos conocimientos, Telecus no sería capaz de tomar la decisión transcedental de seguir a Inés después de que fuera condenada a morir en la hoguera.


Es más, sin este placer por aprender cosas nuevas, Telecus no lograría adaptarse al universo que le esperaba allá afuera, por encima de las nubes de su mundo. Y aunque no consiga que Inés se quede con él, a Telecus siempre le quedaría esa sed por las aventuras y los descubrimientos asombrosos, una sed que le ayudará a superar todos los obstáculos que se le presente en su vida.
Y esta misma sed es la que impulsa a mis lectores a leer libros. Mundos nuevos, civilizaciones desconocidas, personajes históricos. Y en este caso, siguiendo al Heraldo del Caos en su camino hacia la gloria, mis lectores comparten con él la pasión por los nuevos descubrimientos, por el placer de aprender cosas nuevas.

sábado, 29 de noviembre de 2014

El comienzo del viaje.

Podo gran viaje empieza con unos primeros pasos.
Con esta premisa, empieza la aventura de Telecus Moscagua. Con la intención de salvar, o al menos, apoyar a Inés Luz, Telecus comienza su viaje iniciático caminando para salir de su casa, de su pueblo natal, y en definitiva, de la vida que deja atrás.
Así, Telecus pasa por lugares que nunca antes fueron vistos por sus ojos. Pastos inmensos, bosques enormes, puentes descomunales, viejos indicadores del camino. Telecus Moscagua descubre que su mundo es mucho más complejo y grande de lo que jamás se había imaginado.
Pero el asombro que experimenta a lo largo del camino no le prepara para la visión de su línea de meta; el Castillal, la capital del arzobispado, cuya grandiosidad es magnificada por la luz de la puesta del sol.



No obstante, Telecus pronto descubriría que hay todo un universo por encima de las oscuras nubes de su mundo.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Sobre las malditas guerras.

En toda historia épica, suele haber una guerra, También es el caso de El Heraldo del Caos, rn donde se cuentan los últimos meses de la guerra entre la Neo Alianza y la Antigua Alianza.
A la hora de escribir sobre una guerra, suele ser muy cómodo recurrir a definir dos bandos; el de los buenos, y el de los malos. Sería como en Star Wars o El Señor de los Anillos, donde se distingue bastante bien quienes son los buenos y quienes son los malos.
Sin embargo, debido a mi memoria histórica, he decidido darle una vuelta de tuerca a este concepto tan típico de la fantasía heroica, pues porque da mayor juego a la historia además de hacerla más creíble.
En un principio, se supone que el bando de los buenos es el de la Neo Alianza, porque al fin y al cabo, ellos fueron a los que salvaron a Inés de morir en esa maldita hoguera. Además, Telecus Moscagua, al verse encerrado en la Titanus IV, tampoco tiene mucho elección a la hora de elegir bando.
No obstante, Telecus se va dando cuenta de la gravedad de la situación después de participar en su primera batalla espacial, donde la Titanus IV tuvo que socorrer a una nave de mercancías que fue abordada por unos piratas que pertenecían a la Antigua Alianza.


Más que cualquier golpe del enemigo, a Telecus le duele descubrir cual era la mercancía que los piratas se esforzaron por robar; comida. Simplemente, comida.
Es a partir de esta revelación cuando Telecus se da cuenta de que no participa en una guerra de buenos contra malos. La guerra entre las dos alianzas se parece más a la última guerra civil Española, en donde se enfrentaba un bando de malos contra otro de peores (y que cada cuál defina estos dos bandos).
En mi obra, uso la guerra al igual que una catástrofe natural, que es capaz de sacar de las personas lo mejor y lo peor de la naturaleza humana. Y de paso, encierro a Telecus en un terrible dilema, de si debe seguir con la Neo Alianza, que se pueden permitir el lujo de ser bondadosos al poseer la tecnología más avanzada de todo el sistema planetario, o si debe ayudar a la Antigua Alianza, donde sus míseras vidas les reducen a animales infrahumanos.

domingo, 23 de noviembre de 2014

No se viaja sin amigos.

Como buen héroe tolkeniano que es, Telecus Moscagua no puede hacer solo su viaje épico. Necesita aliados, amigos, que le ayudarán a crecer, a desarrollarse, a ser el Heraldo del Caos.
En este caso, los aliados de nuestro aprendiz de héroe con los Intrépidos de Satrwak, que además, son los mismos que rescataron a Inés de morir en esa maldita hoguera.


Los Intrépidos están comandados por la teniente Dana Starwak, que a su vez, es una de las sobrinas del padre de Inés. Este grupo me resultó ser muy útil, porque además de servir de apoyo a Telecus, también representan una muestra de la población de la Neo Alianza, la civilización de donde viene el padre de Telecus; una civilización habitada por humanos que tienen a seres mejorados genéticamente en su árbol genealógico.
Así pues tenemos a guerreros peligrosos, representado por Walda Katt, la gata humana, y el sargento Lor Wak, que es el grandullón del fondo. Hay, seres que fueron diseñados para el amor (léase, sexo), como es el caso de Zorta Tan, la mujer del pelo violeta. Y también hay seres que fueron modificados para hacer grandes actividades intelectivas, y por este mismo motivo, se les a sustituido la hemoglobina de la sangre por clorofila. De ahí que Abela Chip tenga la piel verde.
Y también están los mestizos entre las tres razas descritas, como es el caso de la propia Starwak, y de Gork Doom, por cuya sangre recorre los genes de las mencionadas tres razas.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Conoce a Inés Luz

En toda gran historia que se precie, siempre tiene que haber una chica, y en este caso, Inés Luz es el principal motivo por el que Telecus Moscagua se embarca en el gran viaje que le convierte en el Heraldo del Caos.


En esta ilustración se muestra la evolución de este personaje a lo largo de la novela, porque Inés, al igual que Telecus va cambiando, mejorando, haciéndose más fuerte, para llegar a ser el mejor aliado del Heraldo del Caos.
En un principio, Inés es una humilde curandera, una niña que ha heredado los conocimientos científicos de su madre (que a su vez, fueron transmitidos por el padre biológico de Inés), y que los usa para mejorar las vidas de sus vecinos y allegados. Gracias a Inés, la gente se recupera antes de las enfermedades, las plagas que amenazan las cosechas son repelidas, y además, las mujeres dejaron de morir al dar a luz.
Sin embargo, Inés guarda un secreto, que cubre con el maquillaje que se tapa la cara; posee unas marcas pigmentarias que delatan su pasado "extranjero", y una vez que son descubiertas, esa gente que antes estaba tan agradecida por sus cuidados, la condena directamente a morir en la hoguera.
Más tarde, Inés es rescatada de ser quemada viva por un escuadrón de militares que fue enviado por su padre. Sin embargo, su cuerpo quedó cubierto por quemaduras muy graves, por lo que quedó desfigurada, y tuvo que ser tratada con la avanzada tecnología médica de la nave de su padre.
Una vez (físicamente) recuperada, Inés es instruida para ser soldado, y así, luchar al lado de sus rescatadores y de su padre.
Y al final, será la compañera más fiel del Heraldo del Caos.

viernes, 21 de noviembre de 2014

A dos pasos del infierno.

A la hora de enfrentarse a una obra, aparte de ponerles nombres a los personajes, hay una cosa que pone de nervios al autor; ¡¿Cómo lo titulo?!
En el caso de El Heraldo del Caos, en un principio, escribí sin ponerle título alguno. Esta denominación surgió por si sola en mitad del relato. El Heraldo del Caos es el alias con el que Telecus Moscagua termina por ser bautizado por sus enemigos.


Y es que yo trabajo así, empiezo queriendo contar una historia de desamor adolescente que deriva en un relato de heroísmo épico, y termino por contar al lector nociones básicas sobre la Teoría del Caos y comento algunas hipótesis científicas recientes sobre la percepción y desarrollo del universo.
Sin embargo, cuando al final decidí partir esta obra en tres partes, y me vi en la tesitura de poner más títulos, la cosa fue más sencilla, pues cada una de ellas fue inspirada por tres temas de Two Steps From Hell (TSFH).


Así pues, para Amor y Pérdida (que por cierto, es uno de los títulos menos originales del mercado), me inspiré en Love and Loss.



Para El Nacimiento de un Héroe (que cuenta, claro está, cómo Telecus se convierte en el Heraldo del Caos, me inspiré en Birth of a Hero.



Y para Hijos de la Guerra (en donde se cuenta la batalla final correspondiente a toda aventura épica), en Sons of War.



Y ahora, que ya tenéis una idea de cómo es mi libro, os animo a que lo compréis.

sábado, 15 de noviembre de 2014

¿Qué es un héroe tolkeniano?

En mi anterior entrada, mencioné que el protagonista de "El Heraldo del Caos" es un héroe tolkeniano. Pero, ¿qué es un héroe tolkeniano?
Para empezar este bonito palabro es un derivado de "Tolkien", y por lo tanto, es una referencia a este autor, y a los personajes principales de sus obras.
Pero que la palabra "héroe" no nos lleve a error. No me estoy refiriendo a seres con poderes o habilidades especiales, como Legolas, Gandalf o Aragorn. Me estoy refiriendo a los hobbits, esas personitas pacíficas, de las cuales, nadie esperaba que fueran capaces de llevar a cabo grandes hazañas.
Porque, ¿quién iba a imaginar que Bilbo Bolson sería capaz de llegar a la Motaña Solitaria (en el libro, casi por sus propios méritos), y allí, entablar una conversación picaresca con el malvado Smagu? ¿O quién iba a suponer que Frodo podría soportar el peso del Anillo Único hasta el Monte del Destino? ¿O que Merry podría convencer a los Ents a que fueran a la guerra, y más tarde, participar en otra gran batalla? ¿O que Pimpin fuera capaz de evitar la muerte de Faramir? Y no hablemos de Sam Ganyi, un humilde jardinero que de pronto tiene que pelear contra arañas gigantes y algún que otro orco asustado.


Porque así son los verdaderos héroes, personas sencillas y humildes, que se ven envueltos en situaciones que les obliga a sacar a la luz el valiente que hay en ellos.
Así también es Telecus Moscagua, que ni siquiera era ni granjero ni jardinero. Se dedicaba a realizar el trabajo más ingrato de su pueblo, el procesamiento de estiércol, con todo lo que ello provocaba. Y que todo su mundo cambiaría al conocer a Inés Luz. Telecus experimentó un amor tan fuerte por ella, que llegó a conformarse con que ella fuera feliz, a pesar del mal de amores que sufría al irse Inés con otro...
Sin embargo, cuando Inés es acusada de brujería, y condenada de antemano a morir en la hoguera, Telecus no duda iniciar un gran viaje que cambiará para siempre su concepción del universo.

viernes, 14 de noviembre de 2014

El origen de las ideas.

Es curioso cómo funciona la mente de un escritor.
Hacía tiempo que una imagen se repetía en mi mente, una escena de cuando pretendía ser dibujante de cómics, La chica quemada viva en la hoguera, acusada de brujería, cuando de repente, un objeto, una nave espacial, aparece sobre ella para rescatarla. Y allí donde la hereje debería morir, es dónde empieza una gran aventura de proporciones cósmicas.


En esa época, en la que luché por ser dibujante de cómics, imaginé cómo sería la vida de esta chica fuera de la Tierra en dónde todavía reinaban las tinieblas de la Edad Media. Descubriría es medio marciana, y partiría con su padre a Marte, para hacer frente a un conflicto mucho mayor, que terminaría por destruir el planeta rojo, dejándolo con la actual estampa de destrucción...
Sin embargo, deseché esa idea por un motivo práctico; no disponía de suficientes hojas para contar en formato cómic una historia tan larga, y además, ya me estaba empezando a cansar de dibujar sin sacar provecho alguno.
Por lo tanto, esta imagen fue enterrada en mi mente, condenada al olvido...
Así que cuando me aventuré a la carrera de escritor, un buen día hice realidad un sueño; escribir sobre las aventuras de un héroe tolkeniano. Rompiendo mi costumbre del protagonista femenino, empecé a construir la historia de un chaval mísero, pobre y desgraciado, un completo Don Nadie, cuya vida cambiaría al conocer a una chica de su pueblo que no tardaría en ser acusada de brujería.
Fue entonces cuando esta imagen volvió con fuerza, integrándola en esta nueva historia, Pues es a partir de aquí cuando mi novela de "El Heraldo del Caos" empieza de verdad. Telecus Moscagua, nuestro héroe tolkeniano, e Inés Luz, nuestra bruja condenada, son rescatados por extraños seres, que les llevan a vivir una gran aventura en un universo que desafía la imaginación del pobre Telecus, el cual, terminará por ser el mayor héroe de su época; el Heraldo del Caos.