viernes, 20 de febrero de 2015

Bienvenido a la estación Kronos.

Siguiendo con mis ilustraciones y con esta carrera promocional de El Heraldo del Caos, consideré que ha llegado el momento en centrarme más en los paisajes que en los personajes. Así que empezaré por la estación Kronos, en órbita al satélite de Atenor, y cuartel general de la Neo Alianza.


A la hora de imaginar esta estación, quise que fuera un testimonio del poderío militar y tecnológico de la Neo Alianza. La estación Kronos es tan grande, que las mayores naves de guerra de la mencionada facción son insignificantes cagadas de mosca a su lado.
Y otra cosa que quería recalcar, e de dónde viene el nombre de Kronos. Siguiendo con la nomenclatura de origen griego de este sistema planetario, decidí bautizarlo con este nombre, en homenaje a Cronos, el mayor de los titanes. Así, conseguía aclarar lo gigantescamente grande que es esta superestructura.
Más tarde, una vez finalizada mi novela, me percaté (o recordé), que Kronos también es el nombre del planeta natal de los Klingons de Star Trek, así que ahí quedó un segundo homenaje subconsciente de una de las sagas más grandes de ciencia ficción.

viernes, 13 de febrero de 2015

Telecus contra Júpiter

Uno de los motivos por los que me animo a escribir, es porque (sobre todo últimamente), cuando veo ciertas películas o novelas, me digo ; "Yo podría haber escrito esto".
Esta sensación volvió a mí con fuerza esta semana cuando fui al cine. Sin embargo, experimenté cierta amargura, que ya había sufrido cuando se estreno Prometeo, cuyo argumento era muy similar a la de una de mis novelas, "El planeta de la noche eterna".
De esta pasada experiencia ya hablé en otro blog, y la conclusión es la misma que la de ahora. Si por entonces, resultó ser que Ridley Scott y un servidor habían bebido de las mismas fuentes, me ha vuelto a pasar lo mismo con los Wathosky (¿Está bien escrito?)
Para empezar, los protagonistas de ambas historias tiene orígenes muy humildes. Mientras que Júpiter es una inmigrante que se dedica a lavar inodoros en Chicago, Telecus hace lo mismo con el estiercol de las cuadras de su pueblo.
Los dos se han enamorado de seres mejorados génicamente, y no son correspondidos.
Y además, ambos protagonistas son arrancados de sus respectivos mundos natales para enfrentarse a proezas que les quedan grandes.
También ahí otros detalles científico-técnicos que hay en común, como lo de los seres mejorados génicamente, lo de las naves, las batallas, la aplastante presencia de la alta tecnología.
Pero si hay una gran diferencia, a parte de que los protagonistas no son del mismo género, es la época histórica y los años luz que se recorre. Mientras que El Destino de Júpiter se desarrolla en la actualidad (teniendo que recurrir a leyendas urbanas y mitológicas para que el espectador comprenda el argumento), en varios mundos a lo largo de distancias de años luz, el Heraldo del Caos sucede en un futuro muy lejano, y su acción se sitúa principalmente en un sistema planetario.


En fin, que si os gustó El Destino de Júpiter, también os gustará El Heraldo del Caos, aun siendo dos historias muy diferentes.

domingo, 8 de febrero de 2015

La historia se repite

Con la intención de que el lector se identifique e integre en el universo complejo de El Heraldo del Caos, la novela empieza en un mundo medieval, muy reconocible para cualquier español que tenga un mínimo de memoria histórica. De ahí a que recurra a que el detonante de la historia sea el rescate de la protagonista, la cual, tras haber sido acusada de brujería, es condenada a ser quemada viva en la hoguera hasta quedar reducida a cenizas...


Esta referencia a las ejecuciones de la Santa Inquisición se ha convertido, de manera espontánea, en el reflejo de uno de mis mayores temores con respecto al futuro de la humanidad.
En este caso, tenemos a la gente de Telecus, que ignora por completo su pasado impregnado de tecnología espacial, y mucho menos, desconocen los hechos que sucedieron miles de años atrás, en un planeta llamado Tierra, durante la Edad Media. Sin embargo, precisamente por no tener conocimiento de todas las barbaridades que hizo la Santa Inquisición, están condenados a repetir los mismos errores que en su época cometieron sus lejanos antepasados.
Es ese viejo dicho que reza, que los que no recuerdan los errores de su pasado, están condenados a repetirlos en el futuro.
Se podría pensar que las anteriores líneas son pura charleta, material para los académicos en historia justifiquen la existencia de su campo del conocimiento. Pero no hay más que fijarse en las noticias actuales para darse cuenta de que este escenario se está repitiendo.
Hoy en día, estamos siendo testigos del auge del Estado Islámico, y en estos grupos presuntamente religiosos, hace tiempo que he observado una inquietante similitud con las Iglesia de siglos pasados (o como en el caso de España, de hace unos 50 años). La mayoría de las cosas que defienden estas organizaciones que dicen ser islámicas, sobre todo las que se refieren a las libertades de la mujer, ya era defendidas en el pasado por la iglesia. No hay más que fijarse en el parecido del vestuario que existe entre una mujer musulmana con velo, y una monja cristiana con sus hábitos.
Y es que además, también se están repitiendo las cruzadas de occidente contra oriente...
Pero lo peor de todo, es que esta semana, como si fuera una macabra coincidencia, se ha cumplido la profecía de mi libro, con la ejecución de ese pobre piloto jordano, que fue quemado vivo (Igual que Inés, igual que tantos otros herejes en la historia de Europa).
Y es que la realidad supera a cualquier ficción, y por este mismo motivo, escribo ciencia ficción. Porque a mí, después de haber escrito El Heraldo del Caos, esta noticia ya no me sorprendió tanto.
Se veía venir.

sábado, 7 de febrero de 2015

Los robots de Isac Asimov

Si Telecus Moscagua, un ser del medievo que de pronto vive en un universo tecnológicamente avanzado, termina por convertirse en El Heraldo del Caos, fue gracias a la ayuda de Pando-9, el simpático robot con forma de oso panda que había en su camarote.
En un principio, insertar a este personaje en la trama vino dado por la influencia del manga japonés, pues en toda serie que se precie, suele haber una mascota muy mona que acompaña al héroe (y sobre todo, a la heroína) en sus aventuras. De aquí que Pando-9 llegue a participar en la primera misión que Telecus tiene que ejecutar en territorio enemigo.


Pero más adelante, el personaje cobra mayor importancia, y se convierte en algo más que un respiro cómico. Y es que Pando-9 no está solo. En este universo tecnológicamente avanzado, hay más robots, y casi todos ellos se dedican a realizar tareas tediosas o engorrosas para los seres humanos. Son esas cosas de que se mueven de fondo, que están ahí, pero que se termina por ignorar.
Así pues, en este ambiente de constante conflicto bélico, los robots siempre están ahí para proteger a los seres humanos. En efecto, estas máquinas conforman una sociedad secreta, que bajo las leyes de la robótica del maestro Isaac Asimov, tienen la misión de proteger a la humanidad.
Pero a estas leyes añadí un parámetro nuevo, estos robots son libres para elegir cumplir o no (según las circunstancias), las leyes de la robótica. Así pues, pueden autoconservarse, desobedecer una orden o dañar a un ser humano, siempre y cuando, como consecuencia de estos actos, se consiga proteger a los seres humanos.
Con lo cual, empecé a perfilar al enemigo común cuya aparición le permitirá al Heraldo del Caos unir ambas alianzas, una forma de vida artificial que nunca sigue las leyes de la robótica, y cuyo único fin, es la eliminación de toda forma de vida del universo...
Pero ya estoy contando de más...
Lean "El Heraldo del Caos".