viernes, 13 de febrero de 2015

Telecus contra Júpiter

Uno de los motivos por los que me animo a escribir, es porque (sobre todo últimamente), cuando veo ciertas películas o novelas, me digo ; "Yo podría haber escrito esto".
Esta sensación volvió a mí con fuerza esta semana cuando fui al cine. Sin embargo, experimenté cierta amargura, que ya había sufrido cuando se estreno Prometeo, cuyo argumento era muy similar a la de una de mis novelas, "El planeta de la noche eterna".
De esta pasada experiencia ya hablé en otro blog, y la conclusión es la misma que la de ahora. Si por entonces, resultó ser que Ridley Scott y un servidor habían bebido de las mismas fuentes, me ha vuelto a pasar lo mismo con los Wathosky (¿Está bien escrito?)
Para empezar, los protagonistas de ambas historias tiene orígenes muy humildes. Mientras que Júpiter es una inmigrante que se dedica a lavar inodoros en Chicago, Telecus hace lo mismo con el estiercol de las cuadras de su pueblo.
Los dos se han enamorado de seres mejorados génicamente, y no son correspondidos.
Y además, ambos protagonistas son arrancados de sus respectivos mundos natales para enfrentarse a proezas que les quedan grandes.
También ahí otros detalles científico-técnicos que hay en común, como lo de los seres mejorados génicamente, lo de las naves, las batallas, la aplastante presencia de la alta tecnología.
Pero si hay una gran diferencia, a parte de que los protagonistas no son del mismo género, es la época histórica y los años luz que se recorre. Mientras que El Destino de Júpiter se desarrolla en la actualidad (teniendo que recurrir a leyendas urbanas y mitológicas para que el espectador comprenda el argumento), en varios mundos a lo largo de distancias de años luz, el Heraldo del Caos sucede en un futuro muy lejano, y su acción se sitúa principalmente en un sistema planetario.


En fin, que si os gustó El Destino de Júpiter, también os gustará El Heraldo del Caos, aun siendo dos historias muy diferentes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario