lunes, 29 de diciembre de 2014

De adolescentes y de robots gigantes.

De adolescentes y e robots gigantes, o lo que es lo mismo, del género del mecha, que es así cómo se llama a esta corriente del manga japonés de ciencia ficción.
Y es que uno de los motivos por el que Telecus Moscagua se convierte en el Heraldo del Caos, es porque puede pilotar un Maverik, un robot tripulado que solamente pueden pilotar los seres humanos puros, es decir, que no tienen a seres mejorados genéticamente, o cruces endogámicos, en su árbol genealógico.


Sí, en mi obra suelo mezclar muchos géneros (escribir sobre ciencia ficción, me permite hacerlo), pero lo hago con la intención de que guste a todo el mundo. Y si mezclo amor adolescente, con civilizaciones medievales, batallas espaciales, robots tripulados, robots domésticos, armas de alta tecnología, mundos exóticos, triángulos cargados de tensión sexual no resuelta, contactos con otras culturas, e incluso, de gastronomía de buffet libre, lo hago para enriquecer la historia, y en definitiva, para sumergir al lector en un universo nuevo.
Pero esta estrategia no la inventé yo. Al igual que los mechas, lo saqué del manga japones (el impreso, digo), en donde se mezclan varios géneros en una misma historia.
Por ejemplo, en Akira (de Katsuhiro Otomo) se mezclan las carreras de motos ilegales con conspiraciones gubernamentales para contener un gran poder místico. Y además, también hay un romance, amigos que se convierten en enemigos, traiciones, personajes que se cambian de bando según las circunstancias, y destrucción de proporciones apocalípticas.
Y así son las historias que yo quiero escribir, porque pienso que en la variedad, está el gusto. Y El Heraldo del Caos no es ninguna excepción.

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