sábado, 27 de diciembre de 2014

La cuestión de los nombres.

Es la tarea que más aborrece cualquier escritor; bautizar a los personajes de sus obras.
Es la parte más tediosa del proceso creativo.¡¿Cómo demonios llamo a los personajes?! Es un trabajo que, sin embargo, una vez hecho, ayuda a que la historia siga adelante.
Para empezar, está el nombre de la propia novela, porque, hasta que llegué a la mitad de la escritura, ni siquiera yo sabía cómo titularla. Surgió de manera espontánea, porque los enemigos del protagonista comenzaron a llamarlo el Heraldo del Caos, por su facultad innata de sembrar el orden y la entropía en el campo de batalla. Una vez que apareció este alias, el titulo de la novela quedó claro; El Heraldo del Caos.


Pero lo primero es lo primero. ¿Cómo llamar al protagonista? Es joven, y se ve embarcado en su propia odisea. Así que lo llamé Telecus, que es una perversión de Telémaco, el hijo de Ulises y protagonista de la Odisea de Homero. Y luego estaba el apellido, y aquí, quise recalcar sus orígenes humildes y la influencia de Tolkien en mi obra. Lo apellidé Moscagua, en honor a ese infecto pantano situado entre el pueblo de Bree y la Cima de los Vientos.


Con la chica, tuve menos problemas. Es el amor no correspondido de Telecus, así que le puse el nombre de uno de mis (amores) no correspondidos. Por este motivo le puse Inés, y luego añadí el apellido Luz, que es una referencia a Lucifer y al carácter brujeril que presenta este personaje al principio.


La cosa se complicó con los nombres de los lugares y de los demás personajes, vecinos y compatriotas de Inés y Telecus. Inés vivía en un bosque que llamé El Fragal, y Telecus, en un pueblo llamado El Arboral (es una expresión de mi conciencia bilingüista gallega). Además, su patria era el arzobispado de El Castillal, cuya capital, como su nombre indica, es una ciudad compuesta por centenares de castillos.


Y llegó el momento del cambio de registro. Después del primer gran giro, aparecen nuevos personajes. Tenemos a Dana Starwak, un nombre vagamente inspirado en Luke Skywalker (al igual que el apellido Skyller). Para recordar a la gata humana, le puse Walda Katt. Abela Chip, es la inteligente, y la sexy, es Zorta Tan. Y finalmente, Gork Doom, el minero metido a soldado, y el sargento Lor Wak, cuyo nombre no es más que dos sílabas sencillas y duras, al igual que él.
Además, también aparece una ciborg llamada Kimera, que viene de Quimera, el ser de la mitología griega.


Con el padre de Inés, lo llamé Stalon, en honor a Silvestre Stalone, y tiene otro hijo (otro de tantos), que se llama Arnold Skyller, en honor a Arnold Schwa... Swargge... Shawrgg... ¡El de Terminator!


Y con la Titanus IV, además de querer denotar su grandiosidad, quise hacerle un homenaje a la Tantive IV, la primera nave que aparece en Star Wars. Pando-9, el robot con forma de peluche de Telecus, ha salido de uno de los personajillos de Animal Crossing. Gina-6, el robot de Inés, tiene este nombre para resaltar su carácter femenino. Y el mecha que pilota Telecus, se llama Maverik en honor de Maverick, el mote que tenía el personaje de Tom Cruise en Top Gun.


Otro martirio más, los nombres de los mundos del sistema planetario Zeus. Para impregnar a la historia de misticismo, recurrí a las denominaciones divinas de antiguas mitologías, empezando por Zeus, el planeta central. Por ejemplo, para los satélites de la Neo Alianza, los bauticé con los nombres de Artemis, Afrol, y Atenor, que vienen de Artemisa, Afrodita y Atenea. Así, me quedó claro cómo iban a ser las sociedades de cada uno de estos mundos. Asimismo, a los satélites de la Antigua Alianza les llamé Arol, Apolol y Hadol, que son referencias a Ares, Apolo y Hades. Pero en donde no fui tan fino, fue en bautizar la estrella central del sistema estelar en que se encuentra este sistema planetario. La llamé B-flat Fiv, en honor a B Flat 5, que se menciona en "Millions of Stars", una canción del gran Jean Michel Jarre.


Y finalmente, tenemos a los enemigos. Los de Hadol, que viven en armonía con su ambiente natural modificado con ingeniería genética, tienen rasgos orientales, y este carácter se refleja en sus nombres. De hecho, al jinete y a su correspondiente montura artrópoda se les llaman, respetivamente, Ying y Yang, una referencia al Jin-jang coreano. Los de Apolol, suelen tener nombres anglosajones, y los de Arol, nombres soviéticos (si exceptuamos a Branistor, que es una corrupción de Brain Storm).
En cuando a Kayla, no hay un motivo específico para llamarla así, pero su apellido, estaba cantado. Pero no diré nada más sobre ella, no vaya a ser que tire de la manta más de la cuenta.


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