viernes, 14 de noviembre de 2014

El origen de las ideas.

Es curioso cómo funciona la mente de un escritor.
Hacía tiempo que una imagen se repetía en mi mente, una escena de cuando pretendía ser dibujante de cómics, La chica quemada viva en la hoguera, acusada de brujería, cuando de repente, un objeto, una nave espacial, aparece sobre ella para rescatarla. Y allí donde la hereje debería morir, es dónde empieza una gran aventura de proporciones cósmicas.


En esa época, en la que luché por ser dibujante de cómics, imaginé cómo sería la vida de esta chica fuera de la Tierra en dónde todavía reinaban las tinieblas de la Edad Media. Descubriría es medio marciana, y partiría con su padre a Marte, para hacer frente a un conflicto mucho mayor, que terminaría por destruir el planeta rojo, dejándolo con la actual estampa de destrucción...
Sin embargo, deseché esa idea por un motivo práctico; no disponía de suficientes hojas para contar en formato cómic una historia tan larga, y además, ya me estaba empezando a cansar de dibujar sin sacar provecho alguno.
Por lo tanto, esta imagen fue enterrada en mi mente, condenada al olvido...
Así que cuando me aventuré a la carrera de escritor, un buen día hice realidad un sueño; escribir sobre las aventuras de un héroe tolkeniano. Rompiendo mi costumbre del protagonista femenino, empecé a construir la historia de un chaval mísero, pobre y desgraciado, un completo Don Nadie, cuya vida cambiaría al conocer a una chica de su pueblo que no tardaría en ser acusada de brujería.
Fue entonces cuando esta imagen volvió con fuerza, integrándola en esta nueva historia, Pues es a partir de aquí cuando mi novela de "El Heraldo del Caos" empieza de verdad. Telecus Moscagua, nuestro héroe tolkeniano, e Inés Luz, nuestra bruja condenada, son rescatados por extraños seres, que les llevan a vivir una gran aventura en un universo que desafía la imaginación del pobre Telecus, el cual, terminará por ser el mayor héroe de su época; el Heraldo del Caos.

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