domingo, 15 de marzo de 2015

¡Esto no es Crepúsculo!

Se me hace difícil vender una obra tan compleja como El Heraldo del Caos, porque en un principio, me ocupé de llenar esta novela con todo tipo de ingredientes y elementos. Pero a partir de aquí tengo que preguntarme cómo hago para que el lector interesado sepa que puede descargarse una historia que le va a gustar.


Principalmente, se trata de la historia de desamor adolescente que se desarrolla en un marco épico de ciencia ficción, y ya con estos dos conceptos, corro el riesgo de espantar a los lectores en vez de atraerlo. Porque con el tema de desamor adolescente, inevitablemente se hace una referencia a Crepúsculo, y todos los lectores (y espectadores) que aborrecen esta saga, verán en El Heraldo del Caos otro patético intento de vender libros siguiendo la estela del romance fantástico adolescente.
Pues a este grupo de lectores le avisó de que no es así. Pretendí alejarme de este cliché moderno, creando una relación de amistad tensa entre Inés y Telecus (porque él no es correspondido por ella). Y además, trato los sentimientos de Telecus desde un punto de vista masculino, y de ahí que le sucedan cosas, como avergonzarse por encontrar a Inés desnuda (porque, chicas, cuando un chico le gusta una chica de verdad, ni siquiera tiene pensamientos impuros con ella). Y a parte de este detalle, he de advertir que el lector con alergia a los vampiros brillantes se perderá varias de las mejores batallas épicas y cruentas que he escrito hasta el momento.
Por otra parte, la lectora ávida de experiencias románticas, al leer los párrafos anteriores, desechará enseguida leer El Heraldo del Caos, convencida de que es una novela para tíos. Yo solamente les voy a aclarar un pequeño detalle. Todo lo que hace Telecus Moscagua, es fruto del amor no correspondido que siente por Inés. ¿O acaso a las lectoras no les seduce la idea de que un chico sea capaz de enfrentarse a una horda de los peores enemigos imaginables con tal de ver sana y salva a su chica?
Pero que esta última frase no os lleve a engaño, porque las mujeres en El Heraldo del Caos (así como en toda mi obra), desenvuelven un rol muy fuerte. Inés Luz tiene recursos de sobra para cuidarse ella solita, pero en las pocas ocasiones en que su vida peligra, Telecus siempre está allí para apoyarla.
En fine, que El Heraldo del Caos no es una historia de desamor adolescente que se desarrolla en un margo épico de ciencia ficción...
¡ES MUCHO MÁS!

sábado, 14 de marzo de 2015

Sobre xenoplanetas y supertierras.

Esta última semana llegó a mis manos el ejemplar de marzo de Investigación y Ciencia, que presentaba un interesante artículo sobre xenoplanetas y supertierras, Son planetas que se han descubierto durante los últimos años, y que muchos de ellos presentan condiciones para albergar vida orgánica. Y lo más curioso, es que se ha descubierto que estos astros candidatos para la búsqueda de vida extraterrestre, son mucho más ideales que la Tierra para sustentar seres vivos en ella. De hecho, el Sistema Solar es un sistema estelar muy particular y extraño en comparación, pues muchos de los sistemas examinados tienen más de uno de estos planetas apropiados para desarrollar formas de vida.
Habrá que desechar esa idea de que la Tierra es el único lugar de todo el cosmos capaz de presentar formas de vida.


Pero yo quería recalcar otro descubrimiento que se hizo, y es que otros astros en donde se podría desarrollar seres vivos, es en los satélites de gigantes gaseosos. Y es algo que llamó la atención, porque la acción de El Heraldo del Caos, discurre en uno de estos sistemas planetarios.
He de admitir que albergué mis dudas al desarrollar la idea del sistema planetario de Zeus, pues lo más parecido que conocía, era Júpiter y sus satélites. Supuse que si un gigante gaseoso fuera mucho más grande, también podría tener muchos más satélites orbitando alrededor de él, y además, todos estos astros pequeños podrían ser similares a la Tierra, consiguiendo así un escenario ideal para esta epopeya épica de ciencia ficción.
Además, leí que en estos sistemas, además de la energía solar, se podría usar la energía generada por las interacciones gravitatorias de los diferentes astros para desarrollar vida. Esta idea no aparece en mi novela, pero sí destaco este tipo de energía para explicar el motivo de que seis de los satélites de Zeus comparten la misma órbita.
Y otra cosa, también leí que cuantos más astros tenga un sistema planetario (o estelar), más circulares serían sus órbitas, y entonces, el holograma de la ilustración de esta entrada, no dista mucho de la realidad.
Y es que, a la hora de describir planetas nuevos, el autor de ciencia ficción no debe poner trabas a su imaginación, pues los descubrimientos de la Kepler están demostrando que este universo, cualquier cosa es posible.

Guía turística 1

Siguiendo con la promoción de El Heraldo del Caos, procedo a abrir una miniserie de entradas de este blog, que serán una especie de guías turísticas para animar a los lectores indecisos a que lean mi obra. Empezaré con Atenor, uno de los satélites de la Neo Alianza.
Atenor se caracteriza por ser el único satélite de Zeus que está totalmente cubierto de agua. Con su único océano sacudido y deformado por las fuerzas gravitatorias del sistema planetario, presenta una red de fortalezas defensivas, cuya finalidad es proteger este mundo de los esporádicos ataques de la Antigua Alianza.


Pero la mayor riqueza de Atenor se encuentra en el fondo de su océano. Situado en un enclave secreto, para dificultar la efectividad de los ataques enemigos, Sinatopo, es la única ciudad de Atenor. Sus habitantes, de piel verde, y adaptados a la vida submarina gracias a sus aletas y branquias, son descendientes de seres diseñados mediante ingeniería genética, con la finalidad de ser extremadamente listos y poder resolver complejos problemas matemáticos.


Esta ciudad es la sede de varias órdenes del conocimiento, que son organizaciones de tintes religiosos que lo único que persiguen es el conocimiento en sí. Sin embargo, muy a menudo, una vez alcanzado esos conocimientos, los ordenados se se vuelven poderosos e intervienen en asuntos claves para el desarrollo entre las dos alianzas.
Y una cosa más. Los nativos de Atenor son especialmente temidos por los enemigos de la Antigua Alianza por sus facultades telequinéticas. No obstante, no suelen hacer gala de estos poderes, a no ser que sea especialmente necesario. Por este motivo, muchos combatientes de la Neo Alianza piensan que los nativos de Atenor no son tan poderosos como creen los enemigos de la Antigua Alianza.
Así que si lo que busca es la paz espiritual, resolver complicadas ecuaciones matemáticas tridimensionales o simplemente, el conocimiento, no lo dude más. Viaje a Atenor con El Heraldo del Caos.

viernes, 20 de febrero de 2015

Bienvenido a la estación Kronos.

Siguiendo con mis ilustraciones y con esta carrera promocional de El Heraldo del Caos, consideré que ha llegado el momento en centrarme más en los paisajes que en los personajes. Así que empezaré por la estación Kronos, en órbita al satélite de Atenor, y cuartel general de la Neo Alianza.


A la hora de imaginar esta estación, quise que fuera un testimonio del poderío militar y tecnológico de la Neo Alianza. La estación Kronos es tan grande, que las mayores naves de guerra de la mencionada facción son insignificantes cagadas de mosca a su lado.
Y otra cosa que quería recalcar, e de dónde viene el nombre de Kronos. Siguiendo con la nomenclatura de origen griego de este sistema planetario, decidí bautizarlo con este nombre, en homenaje a Cronos, el mayor de los titanes. Así, conseguía aclarar lo gigantescamente grande que es esta superestructura.
Más tarde, una vez finalizada mi novela, me percaté (o recordé), que Kronos también es el nombre del planeta natal de los Klingons de Star Trek, así que ahí quedó un segundo homenaje subconsciente de una de las sagas más grandes de ciencia ficción.

viernes, 13 de febrero de 2015

Telecus contra Júpiter

Uno de los motivos por los que me animo a escribir, es porque (sobre todo últimamente), cuando veo ciertas películas o novelas, me digo ; "Yo podría haber escrito esto".
Esta sensación volvió a mí con fuerza esta semana cuando fui al cine. Sin embargo, experimenté cierta amargura, que ya había sufrido cuando se estreno Prometeo, cuyo argumento era muy similar a la de una de mis novelas, "El planeta de la noche eterna".
De esta pasada experiencia ya hablé en otro blog, y la conclusión es la misma que la de ahora. Si por entonces, resultó ser que Ridley Scott y un servidor habían bebido de las mismas fuentes, me ha vuelto a pasar lo mismo con los Wathosky (¿Está bien escrito?)
Para empezar, los protagonistas de ambas historias tiene orígenes muy humildes. Mientras que Júpiter es una inmigrante que se dedica a lavar inodoros en Chicago, Telecus hace lo mismo con el estiercol de las cuadras de su pueblo.
Los dos se han enamorado de seres mejorados génicamente, y no son correspondidos.
Y además, ambos protagonistas son arrancados de sus respectivos mundos natales para enfrentarse a proezas que les quedan grandes.
También ahí otros detalles científico-técnicos que hay en común, como lo de los seres mejorados génicamente, lo de las naves, las batallas, la aplastante presencia de la alta tecnología.
Pero si hay una gran diferencia, a parte de que los protagonistas no son del mismo género, es la época histórica y los años luz que se recorre. Mientras que El Destino de Júpiter se desarrolla en la actualidad (teniendo que recurrir a leyendas urbanas y mitológicas para que el espectador comprenda el argumento), en varios mundos a lo largo de distancias de años luz, el Heraldo del Caos sucede en un futuro muy lejano, y su acción se sitúa principalmente en un sistema planetario.


En fin, que si os gustó El Destino de Júpiter, también os gustará El Heraldo del Caos, aun siendo dos historias muy diferentes.

domingo, 8 de febrero de 2015

La historia se repite

Con la intención de que el lector se identifique e integre en el universo complejo de El Heraldo del Caos, la novela empieza en un mundo medieval, muy reconocible para cualquier español que tenga un mínimo de memoria histórica. De ahí a que recurra a que el detonante de la historia sea el rescate de la protagonista, la cual, tras haber sido acusada de brujería, es condenada a ser quemada viva en la hoguera hasta quedar reducida a cenizas...


Esta referencia a las ejecuciones de la Santa Inquisición se ha convertido, de manera espontánea, en el reflejo de uno de mis mayores temores con respecto al futuro de la humanidad.
En este caso, tenemos a la gente de Telecus, que ignora por completo su pasado impregnado de tecnología espacial, y mucho menos, desconocen los hechos que sucedieron miles de años atrás, en un planeta llamado Tierra, durante la Edad Media. Sin embargo, precisamente por no tener conocimiento de todas las barbaridades que hizo la Santa Inquisición, están condenados a repetir los mismos errores que en su época cometieron sus lejanos antepasados.
Es ese viejo dicho que reza, que los que no recuerdan los errores de su pasado, están condenados a repetirlos en el futuro.
Se podría pensar que las anteriores líneas son pura charleta, material para los académicos en historia justifiquen la existencia de su campo del conocimiento. Pero no hay más que fijarse en las noticias actuales para darse cuenta de que este escenario se está repitiendo.
Hoy en día, estamos siendo testigos del auge del Estado Islámico, y en estos grupos presuntamente religiosos, hace tiempo que he observado una inquietante similitud con las Iglesia de siglos pasados (o como en el caso de España, de hace unos 50 años). La mayoría de las cosas que defienden estas organizaciones que dicen ser islámicas, sobre todo las que se refieren a las libertades de la mujer, ya era defendidas en el pasado por la iglesia. No hay más que fijarse en el parecido del vestuario que existe entre una mujer musulmana con velo, y una monja cristiana con sus hábitos.
Y es que además, también se están repitiendo las cruzadas de occidente contra oriente...
Pero lo peor de todo, es que esta semana, como si fuera una macabra coincidencia, se ha cumplido la profecía de mi libro, con la ejecución de ese pobre piloto jordano, que fue quemado vivo (Igual que Inés, igual que tantos otros herejes en la historia de Europa).
Y es que la realidad supera a cualquier ficción, y por este mismo motivo, escribo ciencia ficción. Porque a mí, después de haber escrito El Heraldo del Caos, esta noticia ya no me sorprendió tanto.
Se veía venir.

sábado, 7 de febrero de 2015

Los robots de Isac Asimov

Si Telecus Moscagua, un ser del medievo que de pronto vive en un universo tecnológicamente avanzado, termina por convertirse en El Heraldo del Caos, fue gracias a la ayuda de Pando-9, el simpático robot con forma de oso panda que había en su camarote.
En un principio, insertar a este personaje en la trama vino dado por la influencia del manga japonés, pues en toda serie que se precie, suele haber una mascota muy mona que acompaña al héroe (y sobre todo, a la heroína) en sus aventuras. De aquí que Pando-9 llegue a participar en la primera misión que Telecus tiene que ejecutar en territorio enemigo.


Pero más adelante, el personaje cobra mayor importancia, y se convierte en algo más que un respiro cómico. Y es que Pando-9 no está solo. En este universo tecnológicamente avanzado, hay más robots, y casi todos ellos se dedican a realizar tareas tediosas o engorrosas para los seres humanos. Son esas cosas de que se mueven de fondo, que están ahí, pero que se termina por ignorar.
Así pues, en este ambiente de constante conflicto bélico, los robots siempre están ahí para proteger a los seres humanos. En efecto, estas máquinas conforman una sociedad secreta, que bajo las leyes de la robótica del maestro Isaac Asimov, tienen la misión de proteger a la humanidad.
Pero a estas leyes añadí un parámetro nuevo, estos robots son libres para elegir cumplir o no (según las circunstancias), las leyes de la robótica. Así pues, pueden autoconservarse, desobedecer una orden o dañar a un ser humano, siempre y cuando, como consecuencia de estos actos, se consiga proteger a los seres humanos.
Con lo cual, empecé a perfilar al enemigo común cuya aparición le permitirá al Heraldo del Caos unir ambas alianzas, una forma de vida artificial que nunca sigue las leyes de la robótica, y cuyo único fin, es la eliminación de toda forma de vida del universo...
Pero ya estoy contando de más...
Lean "El Heraldo del Caos".