jueves, 1 de octubre de 2015

en la historia - Gutiérrez Mellado.

No, no me he vuelto loco.
En mi libro, digo que la figura del Heraldo del Caos ha surgido muchas veces a lo largo de la historia. Son esos individuos insignificantes, que contra todo pronóstico, dan la vuelta a la situación con un simple gesto. Es, a todos los efectos, un héroe tolkienano.
Ya sé qué pensarán ustedes. Este tipo de personajes es el que protagoniza las películas de acción americanas. Individuos aislados, solitarios, que son capaces de reducir al grupo de malos de turno de uno a uno, para finalmente, salvar el día.
Pues bien, he aquí un ejemplo de no hace falta ser americano para marcar la diferencia. Y pasó el 23 de Febrero de 1981, es decir, como quien dice, antes de ayer.


Supongo que recordaran la escena. En plena sesión, Tejero y sus hombres entran armados, e intentan tomar el control del gobierno. Sin embargo, no contaban con la entereza de un hombre de casi sesenta años, el cual, contra todo pronóstico, y en contra de toda lógica, les hizo frente armado únicamente con la palabra. Fue un simple gesto, pero su efecto fue amplificado gracias a que una de las cámaras de televisión del hemiciclo todavía estaba funcionando. Toda España pudo ver a ese guardia civil intentando doblegar sin éxito a ese anciano flacucho, y al no conseguirlo, sus compañeros abrieron fuego contra el techo, para evitar que los demás diputados imitasen Gutiérrez Mellado, que siguió de pie y haciendo además de frustración con los brazos, mientras lo demás se aparapetaban.
Cabría preguntarse qué habría pasado si el diputado Gutiérrez no hubiera reaccionado así ante esa intromisión. Su gesto valiente, además de reforzar la idea de que estaba luchando por la libertad de España, al mismo tiempo denigró (o desenmascaró) el carácter de los golpistas. Si no hubiera sido por este Heraldo del Caos, el golpe de estado podría haber sido un éxito, devolviendo a España a los tiempos del Franquismo.
Y aquí va este ejemplo nacional y próximo de que los Heraldos del Caos existen, y son capaces de trazar para bien, el curso de la historia.

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