viernes, 30 de enero de 2015

JE SUIS CHARLIE

Después de un parón involuntario por problemas técnicos que no viene al caso mencionar, por fin he podido escribir sobre este tema, que tan mal sabor ha dejado al comienzo de este 2015 que está empezando.
Ante todo, lo confieso, esta entrada es otro de mis intentos por promocionar El Heraldo del Caos. Lo digo así, abiertamente, para que os ahorréis el comentario, y dicho sea de paso, porque también creo en la libertad de expresión.
Y es que mirándolo con perspectiva, mi obra y la realidad no distan mucho de si. En mi novela, Telecus Moscagua, durante su viaje iniciático, descubre que el verdadero enemigo al que se tiene que enfrontar, no son los individuos del otro bando de la guerra.
Los verdaderos enemigos de Telecus son los prejuicios, o dicho de otro modo, son esas convenciones sociales que suelen convertirse en fuente de sufrimiento para algunos individuos.
Porque son los prejuicios los que condenaron a Inés Luz a morir quemada en la hoguera. Son los prejuicios los que eternizan la guerra entre las dos alianzas. Y son los prejuicios los que llevaran a las civilizaciones del sistema planetario Zeus a la autodestrucción.


Y así mismo, son los prejuicios los que han matado a esos desgraciados de Charlie Hebdo, Son los prejuicios los que, una vez más, van a estigmatizar a una parte de la población por sus creencias religiosas. Y son los prejuicios los que van a hacer que nos matemos los unos a los otros.
Y no exagero. Encuentro increíble que se mate a alguien por hacer unos dibujitos. No soy musulmán, y conozco muy poco de esta cultura, pero desde mi ignorancia, me atrevo a afirmar, que si Mahoma prohibió que se hicieran imágenes de él, no fue porque le ofendieran. Simplemente, no deseaba que sus fieles perdieran el tiempo rezándole a un pedazo de madera o de piedra que tuviera su efigie... (¿O me equivoco?)
Y luego están las consecuencias que traen estos actos, porque estos cerdos blasfemos, que dicen que son musulmanes, consiguen con sus acciones el efecto contrario. Ahora, los musulmanes de verdad son vigilados, y falta poco para que se les persiga. Porque a pesar de que estos individuos (estos tres que dijeron ser musulmanes), eran de nacionalidad francesa, esta circunstancia no es óbice para que partidos políticos de ideología xenófoba vean reforzados sus discursos.
Porque nuestro verdadero enemigo no son las personas, ni las ideas. Son esos prejuicios que hemos heredado de nuestros antepasados trogloditas, que dicen básicamente dicen "Ser de nuestra tribu, ser bueno. Ser de otra tribu, ser malo".

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